Llegó Febrero y como fiesteros que somos decidimos apuntarnos al pasacalles que organizaba el AMPA del colegio y otra vez estábamos en las mismas, había que coser el disfraz.
Menos mal que nos lo dieron cortado y con un poco de ayuda lo conseguimos!!
Pero esto no podía seguir así, había que buscar una solución. Mirando por Internet descubrí que en el barrio se daban clases de costura para supervivencia, como yo decía, y allí me planté.
Que gran acierto. Además de aprender a coser y utilizar la maquina encontré un grupo de mujeres maravillosas. Un día a la semana nos reuníamos y entre risas y bromas aprendíamos.
